Nuestros guías espirituales, esos amigos invisibles y pacientes que nos protegen a cada instante de la vida, desde el nacimiento hasta la muerte física; nos acompañan serenamente, intentando que podamos aprender a percibirlos y a partir de allí nos aconsejan y demuestran que nunca estamos solos, que en el momento mas difícil y crudo de nuestra existencia están ellos allí para ayudarnos y mostrarnos el camino. Se pueden tener uno o mas guías: ellos son Maestros Elevados, Intermedios o Comunes, seres muy bondadosos que en los momentos de nuestro descanso físico (cuando el espíritu deja el cuerpo unido al cordón de plata), hasta despertarnos, nos llevan al encuentro de nuestros seres queridos, a procurarnos lo que mas necesitamos, a recorrer distintas enseñanzas y sorber el agua de la Fuente de la Sabiduría, para reconfortarnos en el largo camino de la encarnación.
Ellos tienen nombre e historia de vida, pueden haber estado relacionados con nosotros en otra encarnación o no, pero aprender a contactarlos y recibir sus consejos y enseñanzas nos abrirá los ojos a la vida inmortal de nuestro espíritu y serán ellos quienes nos acompañen en el momento de dejar nuestro cuerpo, dándonos la bienvenida a la verdadera vida- la espiritual-.
Aprendamos a amarlos y respetarlos, protegiéndonos en su regazo espiritual a la luz de su amor y sabiduría.
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